domingo, 10 de diciembre de 2017

Y la cumbre yo escalé

Llegué desnudo a este mundo,
en una humilde casa, en años
de posguerra, donde el hambre,
se asentaba, pronto hube de
espabilar.

Como niño, yo jugaba, saltando,
con los demás, jugando al aro y
la billarda, era niño alegre y despierto,
de pequeño ya me buscaban.

Las niñas y mas mayores, mis
caricias, solicitaban, tuve padres,
bondadosos, que la iglesia frecuentaban,
siendo niño me hice hombre.

Asumiendo responsabilidad, para
colaborar en mi casa, me metí de
monaguillo, ganaba doce pesetas,
no era mucho, algo ayudaba.

Desde ahí fui dando pasos, llegando
a Madríd, traje un oficio aprendido,
me bastaba para vivir, pronto me abrí
caminos, mi trabajo solicitaban. 

Me hice con una clientela, cada vez
más encopetada, fui a montar un
armario y el amor allí encontré, me
casé, formando familia, en el nido
me encontré.

Era autónomo y si algo me ocurría,
a mi familia nada le quedaba y como,
todos me querían a una gran empresa
llegaba, trabajaba noche y día.

En mi casa nada faltaba, pero el
camino tiene piedras y un cáncer,
me visitaba, la oncóloga  y el urólogo,
negro me lo pintaban, decidí jubilarme,
cinco años antes de tiempo.

Me puse a criar pollitos, de razas
exóticas, verlos ir tras la gallina,
mis ojos alegraban y me hacían
olvidar, algo que yo tenia y en lo
que no quería pensar.

Una mañana cavilando, hable con
Dios y le dije Señor mio, si Tú me
quieres llevar, hágase Tu voluntad,
mas hasta que eso llegue yo lo voy
a olvidar.

Han pasado diez y seis años, a los
once en una revisión, me dijo mi
doctora, no llegamos a operarte, no
merecía la pena, un milagro parece,
de tu cáncer nada queda.

Hoy escribo poesía, tratando amor
llevar, mis experiencias me dicen,
que el amor hay que soñar, sueña,
que los sueños a veces, se tornan
realidad.

El Ruiseñor .
Agustín Recio Borreguero, Copyright, 01-09-2016.



   

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