jueves, 3 de agosto de 2017

El candil de mi amigo Pedro

Yo tuve un amigo en mi pueblo, persona
noble, leal y sencilla, para mi era
un hermano tal vez más, lo conocí una
vez que jubilado, las raices de mi
tierra me llamaron.

Hicimos rápido amistad él se prestaba
a todo cuanto pudiese necesitar,
enfermó mi esposa y al poco tiempo
se fue al cielo a partir de ese momento
trató de encontrarme consuelo.

Voy a echar de comer a las gallinas
vente que tienes que salir las tenía,
en una finca cuando llegábamos allí
me decía mientras limpio pongo agua
y comida.

Tu date una vuelta a ver si llegas
al rio, quería que anduviese y
cuando veníamos de vuelta me decía
mañana vamos a la huerta tenemos
que regar.

La huerta era suya y mía, si una caja
de tomates cogía otra también para
mí, otra había que llenar, cuando le
decía si aún me quedan, respondía, no
tienes ni uno.

Y no eres capaz de pedir a partir de
ese momento éramos inseparables, pero
vamos al candil, un infarto se lo
llevó y le dio yendo conmigo, mi amigo
Pedro se había marchado.

Colgado bajo un tejado se dejó su candil
llevaba ya más de un año y se me ocurrió
viendo que nadie lo quería pedirlo para
mi, será el recuerdo de mi amigo se lo
pedí a una cuñada.

Mi sorpresa fue su respuesta, huyyy el
candil de mi suegra pobrecita, con lo que
yo la quería, pídeme lo que quieras
pero el candil nóoo y me quedé sin el
candil, el recuerdo de mi amigo.

Pero él ya me había dejado el recuerdo
de un gran amigo, ni un momento lo he
olvidado, hoy recuerdo a mi amigo que
en mi corazón su huella ha dejado, la
lealtad de un amigo.

El Ruiseñor.
Agustín Recio Borreguero, Copyright, 03-08-2015.

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