Dulce como el néctar de la más
bella flor, amable, noble y
sincero, lo encontré, más quiso,
el destino, se desviase, de mi
ideal de amor.
Sufro pesadillas, porque ha
echado raices, en mi corazón,
no sé, si se le desvió el
rumbo, o si ha encontrado,
una sin razón.
Me hizo muy feliz, no puedo
entenderlo yo, dicen, que
no hay dicha completa, en las
cosas del amor y creo han puesto,
en las ruedas, palos.
Al menos eso pienso yo, por más
que limpio mis gafas, no lo veo
claro, a veces me pregunto, tendré
la culpa yo, más me creo que no,
al menos no toda.
Pero se enfría, nuestro amor,
puede, pasar, de catarro a
pulmonía. ¿Grave?, qué se yo,
puede que si lo cuida, mejore,
pero de su parte.
Ha de poner, porque sino pone,
podría suceder, que fuesen a
mas los síntomas y nada se pudiese
hacer, vericuetos de la vida, tal
vez lo pueda entender.
Pero si hay un enfermo, en cama,
dos cosas, se pueden hacer,
poner remedio a las cosas, o nó,
dejarlo perecer, esto no me gustaría,
pero, tu decides, que hacer.
El Ruiseñor.
Agustín Recio Borreguero, Copyright, 23-02-2016.
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