A ti tu que me distes amistad
oh mujer, ofreciéndome la
tuya sin ningún interés, hoy
mi canto es para ti cual
canto de Ruiseñor.
Yo desde mi atalaya, trino al
amor, esperando oír tus trinos
encadenados repartidos por el
viento engalanado, dibujando
olas de color.
Como un Arco Iris, después de
la tormenta cuando el sol se
presenta y en lo alto de la
cumbre luce su amistad maravillosa
perfumada por aroma.
De rosas abiertas al estío luciendo
hermosas, garbo salero y tronio
amistad divina y verdadera esa que
ofrece el niño a su manera, al amor
que conoce por vez primera.
Al llegar al colegio tembloroso
quedando deslumbrado por el rostro
hermoso de esa niña que en el
clava su mirada y le ofrece su
sonrisa embelesada.
¿Cómo te llamas yo, Marisol? Y Davíd
queda enganchado de esos ojos que
con solo su mirar ya se han declarado,
naciendo un amor inocente que en el
tiempo perdura.
El Ruiseñor.
Agustín Recio Borreguero, Copyright, 07-06-2015
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